Esta es mi familia, todos negritos. Mi mamá es rubia y no por eso deja de ser venezolana. |
Durante 24 minutos y 19 segundos
estuve mirando un reportaje de Venezolana de Televisión, “el canal de algunos
venezolanos”, que intentó entrever una triste y equivocada percepción sobre
quienes hemos emigrado de nuestra patria, esa que según algunos, no existe en
nuestra sangre.
Según la introducción del
reportaje, quienes emigramos lo hacemos “tras la pista del billete verde o la
moneda europea”, o peor aún, en busca de nuestras propias raíces, porque según
la flamante invitada al programa, la psicóloga Carmen Cecilia Lara (@sathya954
en Twitter), el 60 por ciento de quienes se van del país, son rubios de clase
media.
Supongo que se refiere a todos,
menos a Rosinés, la hija menor de Hugo Chávez, a quien la vieron salir desde el
Aeropuerto Internacional de Maiquetía, porque según su madre, “muchos
opositores la acosan”. La consentida, que
una vez ostentó a través de las redes sociales una faja de dólares, salió con
al menos tres maletas mientras “esquivaba” los llamados de su madre para que el
resto no la viera. Ella, tan rubia como el sol y de clase media como el
diputado Pedro Carreño, quien se viste con corbatas de Louis Vuitton.
Entonces, la psicóloga, quien se
considera “más chavista que nunca”, prosiguió diciendo que los venezolanos que
son descendientes de extranjeros, como los italianos, no crecen con el amor a
la patria y que los que se quedan a luchar por el país, son los verdaderos
patriotas.
Señora Carmen, yo soy venezolano
de pura cepa, nieto de italiano y no por eso menos patriota que Rosinés. El
tricolor con las ocho estrellas corren por mis venas y la tragedia que, según
usted, tenemos quienes nos vamos de Venezuela, es la que el gobierno corrupto
ha generado en nuestros destinos. Es la tragedia de ver a un país tan rico,
pero tan pobre; de saber que Caracas es la ciudad más peligrosa del mundo,
Maturín la quinta y Valencia la séptima.
Tragedia, señora Carmen, es
haberle abierto las puertas del mundo a una generación que no encontró un
camino acorde en su propia patria, por culpa de un grupúsculo que intentó
estrujarle el cerebro a muchos con la falsa idea del mal llamado Socialismo del
Siglo XXI. ¡Eso sí que es tragedia!
Los que nos hemos ido, lo hemos
hecho no solamente pensando en nosotros, sino en nuestras familias y en nuestro
país, porque a pesar de estar lejos, estamos más cerca de la realidad que
usted, a quien seguramente no le falta nada porque tiene acceso a los
burócratas que están de salida.
Le dejo algo personal: mi
fotografía familiar, capturada aquel 5 de septiembre de 2014, junto a mis
padres y mi hermano. Una familia de mestizos, pues, que no conoce de casas
lujosas ni carros propios. Tampoco de billetes verdes ni de moneda europea. Que
Dios la bendiga y no se le olvide que el cambio ya empezó, así que prepárense para nuestro regreso.
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