Foto: Google. |
En un principio, creí que se
refería a zapatos, ropa y perfumes de marcas; productos cuyos precios en
Venezuela están por encima de las nubes, parecen inalcanzables. Es casi imposible
comprar como antes, tener un closet con prendas de diferentes colores, combinados
como si viviéramos en un país con las cuatro estaciones climáticas.
Gabriela viajó a Venezuela en
diciembre pasado. Tenía ocho meses separada de su familia y días antes de
partir desde Santiago, me contaba (y se le notaba) que estaba emocionada por
verlos. Quería abrazar a su mamá, a su abuela, a sus hermanos. Pero también anhelaba
ver de cerca lo que diariamente leía en las noticias. Su viaje fue corto. El 1
de enero regresó a Chile, aún traía en la espalda el abrazo de fin de año que
le estrecharon sus parientes. El calor caribeño todavía estaba en sus maletas.
De Venezuela se trajo una alegría
enorme por reencontrarse con los suyos, pero una tristeza aún más grande por lo
que había visto allá. “Yo dejé hasta las toallas sanitarias”, me contó durante una
conversación entre paisanos que, como otros que vemos fuera de nuestras
fronteras, se disponen a hablar siempre de lo mismo: política. Y es que, históricamente
los venezolanos hemos sido tan ajenos de la emigración, que cuando vemos a uno
de los nuestros en otro país, nos emocionamos; tratamos de sacarle conversación
para saber de qué ciudad es, cuánto tiempo lleva, qué profesión tiene y cómo le
ha ido. Eso parece un patrón, sucede diariamente.
Seguía conversando con Gabriela y
entre su exposición de motivos, removió nuevamente mi tristeza. La sacó a flote
y se adueñó de mí por un momento más. “Las cremas de las manos se las dejé a
mis primas, ellas veían eso como si fuese oro. Los jabones, los delineadores,
el desodorante y la acetona para las uñas…todo lo personal quedó en Venezuela”.
Mi idea por comprar ropa y artículos tecnológicos para algunos de mis
familiares, se desvanecía. Eso ya no importaba. Más que un regalo, era un lujo
y nadie estaba para eso.
Así es kervin tu amiga gabriela no exagera cada día nuestro país va peor, ya no hay respeto al derecho ajeno, no hay respeto hacia los abuelos haciendo sus colas para comprar un poquito de café "si es que lo consigue", los mercados grandes cada vez que les llega mercancía se los venden por las puertas de atrás a los policías, y dejan a la comunidad sin nada, da doloor como las madres corren cuando escuchan llego pañales en algún mercado, tu abuela reniega a diario por que le falta su guarapito en la mañana, en fin tantas cosas que no alcanza el tiempo para contar, esperemos en DIOS esto mejore, toda VENEZUELA ORA, el pueblo tiene miedo, todos tenemos miedo a lo que pueda venir... espero y anhelo verte pronto te quiero mucho DIOS TE BENDIGA
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