La madre es lo más preciado que
un hijo pueda tener. Además por ser mujer, es la persona que te trae al mundo,
la que lucha en un quirófano para que salgas del vientre y comenzar a
experimentar en este mundo cambiante, fantástico, tecnológico, pero a la vez
triste y complicado. Gracias a Dios me tocó ser hijo de una madre luchadora,
honesta, decente, responsable, amable y venezolana por demás.
En mi país, Venezuela, la
justicia dejó de ser justa, las calles dejaron de ser segura, la democracia
dejó de ser participativa, el hambre se convirtió en el pan de cada día, la
muerte es la consentida de cada hospital, de cada clínica y de cada esquina;
auspiciada por una falta de medicamentos contra ricos y pobres.
La solución inmediata a toda esa
tragedia se estaba cocinando en las calles, estaba a punto de ser ejecutada.
Había fecha, convocatoria, organización, y sobre todo, unas ganas enormes de
quienes padecen de esta enfermedad terminal llamada “Socialismo del siglo XXI”, producida por un grupo de bacterias comandado por dos microorganismos:
Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Pero ambas especies están
apoyadas por otra más: Tibisay Lucena, la encargada principal de materializar
esa solución que vendría con una dosis de antibiótico para exterminar el
daño. Sin embargo, esta señora jugó con
la esperanza del pueblo y se atrevió a suspender el referendo revocatorio contra Nicolás Maduro, un sueño anhelado por más de
30 millones de personas.
Tibisay, si yo fuese tu hijo, te
haría reflexionar sobre la enfermedad que tienes, ese cáncer que también te
atacó al igual que a Hugo Chávez. Te dijera, como hijo, que pensaras en los
hijos del resto, en la juventud que quiere crecer en un país libre, en los
animales que se están muriendo de hambre, en las elecciones parlamentarias del
6 de diciembre de 2015, en el desastre que está causando Nicolás Maduro, pero
sobre todo, en tu conciencia, sucia y enferma por demás.
Si tú fueses mi madre, Tibisay,
me arrepentiría cada segundo de mi vida por haber tenido la desdicha de ser el
hijo de quien le negó un mejor futuro a mi país, de quien se dejó manipular por
un grupúsculo de delincuentes y mafiosos que le temen a la soberanía popular
porque saben que lo han hecho pésimo, porque conocen las consecuencias de sus
actos y porque ahora son minoría.
Amigos del mundo, ustedes que me siguen, me leen y me comparten su visión de lo que ocurre en Venezuela, les presento a Tibisay Lucena, la presidenta del Consejo Nacional Electoral, la encargada de liderar esa institución que se jacta por
tener el mejor sistema de votación del mundo. En ella recae la responsabilidad
de revocar al gobierno más corrupto de la historia venezolana, de entregarle al
pueblo la oportunidad de salir de este desastre que el único legado que dejará
es la desunión, la pobreza, el hambre, la muerte y el odio implantado por un
resentido social que más nunca volverá: Hugo Rafael Chávez Frías.
Recapacita, Tibisay, estas a
tiempo de convertirte en la heroína de esta historia que lejos de extenderse,
está a punto de terminar porque ese pueblo anestesiado está a un paso de despertar.