miércoles, 16 de marzo de 2016

Valencia, no permitas el cierre de mi escuela

Fue tan impactante como la noticia de los niños calcinados en el sector La Manguita, aquel fatídico 14 de enero de 2015, cuando el chofer de un transporte escolar perdió el control y se estrelló contra un poste. Haber leído la convocatoria a una concentración en solidaridad con mi escuela, para despedir su última edición, fue una noticia que me removió el alma. El Carabobeño, como mejor aliado de quienes nacimos, crecimos y nos formamos en la zona central de Venezuela, ve esfumarse 82 años de historia sobre un papel que ya no está en los almacenes del diario.

Tuve un flashback, un combo de segundos repleto de experiencias y conocimientos, una repetición de anécdotas. Fue como una estrujada en mi memoria que me trasladó a aquel 7 de julio de 2010, cuando por primera vez vi mi nombre en el Diario del Centro; era mi primera noticia publicada. 

El Carabobeño, además de ser referencia informativa en el país, ha sido la oportunidad profesional más importante que cualquier estudiante de periodismo podría tener. Con más de 300 trabajadores en distintos departamentos y una historia que ha sido testigo de eventos dictatoriales y democráticos, el diario jamás había sufrido semejante humillación por mantener una bandera que, apuñala la valentía de los cobardes: decir la verdad.

Haber formado parte de esa historia, me permite agradecerles a quienes han salido a dar la cara en defensa del periódico. También a los que componen el grupo editorial, por seguir de pié hasta el último segundo de impresión.

Hoy mi llamado es a esa sociedad que durante décadas ha acompañado sus mañanas, tardes y noches, con un tabloide que se tuvo que acortar por culpa de un grupúsculo que intenta dominar a un país noble, con gente buena que sabe que el final de este oscuro ciclo está cada vez más cerca. Defiendan la historia y no permitan que el padre del Suplemento Infantil, del Suplemento Médico, del Suplemento Industrial, de la Lectura Dominical y de la revista Paréntesis; desaparezca por no arrodillarse ante el régimen pseudo democrático de Nicolás Maduro y su combo de esbirros.

Si el Complejo Editorial Maneiro permite que ocurra, brindaremos por una junta directiva que nunca se dejó torcer el brazo, que jamás engañó al pueblo y que siempre defendió la libertad de expresión durante la peor época democrática de Venezuela. A todos los involucrados: no permitan el cierre de mi escuela.